Los Carruajes de Bradherley (Hiroaki Samura)Editorial Dolmen, 2008.
Tomo único. 216 págs. B/N. 8.95 €
Los carruajes de Bradherley es el último manga de Hiroaki Samura editado en nuestro país. Con una preciosa e inquietante portada que nos dice algo de lo que nos vamos a encontrar en su interior: una jovencísima chiquilla ataviada con un traje de época, que deja al descubierto una pierna entre encajes y telas verdes dispuestas como una corona envolvente a su alrededor y, desde esa abertura –enorme y desproporcionada, fuera de lugar- surge otra tela de fondo, intensamente roja, sobre la que cae una lluvia de pétalos también rojo intenso. Aunque la estética parece europea y occidental, la forma y el fondo son claramente de estilo japonés y ese color sangre no puede significar nada bueno ni sosegado. Por si todo esto pareciese poco, la mirada de la protagonista se pierde en un punto indeterminado, con una tristeza infinita, no exenta de desesperación y desesperanza.
Las reseñas que sobre esta obra hemos visto nos han preparado para enfrentarnos a un tebeo nada fácil de leer, pero Samura nos tiene atrapados desde que conocimos su obra La Espada del Inmortal, de escenas impactantes y estilo narrativo propio, por no hablar de su trazo, ya inconfundible.
El propio autor nos revela detalles del proceso de creación en el epílogo que aparece al final de este manga autoconclusivo, editado por Dolmen con buen saber hacer, lo que nos proporciona apuntes y notas a pie de página para su mejor comprensión. Parece imposible que el arranque de la historia tenga origen en la serie Ana de las Tejas Verdes, con la que guarda a estas alturas, escasos parecidos: sólo en la época en la que se desarrolla y en que las protagonistas son huérfanas. El resto “como ya os habréis dado cuenta si lo habéis leído, no he respetado ni un solo milímetro mi premisa original
“. Y así es, desde luego. Ni una micronésima parte de un milímetro. Sin querer desvelar nada de lo que podemos encontrar al leerlo (aunque si se animan, aquí pueden empezar a curiosear) diremos que está formado por una serie de relatos cortos que van girando sobre un eje central, mostrándonos distintas facetas de una misma monstruosidad: en un país cualquiera, pero con fuertes reminiscencias inglesas que se respiran desde cualquier referencia, una familia rica y poderosa financia generosamente a casas de acogida con la premisa de poder seleccionar cada año a una de sus niñas (siempre niñas) para que entren a formar parte de su compañía de ópera. Estas niñas deben cumplir una serie de características muy particulares, específicas y estrictas, por lo que todas y cada una de ellas se esfuerzan al máximo para ser seleccionadas: es su esperanza para una vida mejor. Una vez que este dato queda suficientemente aclarado, comprendemos que los carruajes que van a buscarlas y que se anuncian como pasaportes a un paraíso cercano, nunca acabarán en el destino prometido y anhelado. Nada más lejos. Van derechas al infierno, porque si hay un infierno existe justo antes de la muerte y está habitado por personas de carne y hueso, pero sin almas: bien porque sus despachos quedan muy lejanos de esa realidad a la que dan la espalda pero que ellos mismos imponen, bien porque fueron despojados de su humanidad al entrar en sus infiernos particulares.
Mucho se ha hablado también, en este y en otros casos, de si era (es) necesario ser explícito con la violencia. En este manga nos encontramos de todo, aunque a poco que se conozca de la obra de Samura, sabemos que no escatima escenas que rozan, desde mi punto de vista, el sadismo más sangriento: aquí sucede igual: el autor abre la puerta al inicio de la brutalidad y la deja entreabierta en el resto. ¿Es necesario? o ¿es necesario para la historia? Creemos que para él, sí. Es su forma de concebir y enfrentarse a lo peor que llevamos dentro y que puede aflorar, aunque no lo creamos, bajo algunas circunstancias. Se pueden cerrar los ojos y mirar para otro lado. ¿Se pueden cerrar los ojos y mirar para otro lado? No hay respuesta fácil ni rápida, ni cómoda o completamente sincera. Tal vez sí exista la políticamente correcta. Hay un silencio incómodo, como incómoda es la lectura de Los Carruajes de Bradherley, pero –al tiempo- tan hipnótica, que no se puede parar, aún sabiendo que las pesadillas vendrán de visita, pero eso será más tarde… Ahora quieres tener toda la historia, cerrar el ciclo: “Debes conocer la realidad, Cordelia
” reza un poema que hace honor a la protagonista que abre y cierra la trama, el principio debe llegar a su fin, sea cual fuere.Hacemos de nuevo referencia al epílogo, curioso cuando menos, extraño como extraño se nos antoja Samura, quien dice de sí mismo que es “el autor de manga que más tiende a documentarse de todo Japón
” y, aunque pide disculpas por ciertos errores y por su poca gracia con los vestidos, la ambientación, la elección de esta ápoca en particular, es una excusa para poner en práctica su forma particular de “atacar” el dibujo: sus ojos característicos y su estilo rayado, con el que consigue convocar hasta el más mínimo detalle de una expresión o de una postura; o simplemente, dejar como un esbozo algo que debería –pero no puede- pasar desapercibido, que en ese preciso instante, no debe hacerse destacar, pero que debe estar ahí, como una sombra. El dibujo es pura desmesura llena de contención: desmesura en lo que se muestra, atroz e impactante; y contención en lo que deja a nuestra libre interpretación para que el lector se implique de mil maneras con lo que se está narrando. Un manga sobre la condición humana, la esperanza y su pérdida, hermoso y terrible, devastador, con el que es difícil convivir, porque sabemos que experimentos como el “1.14” son posibles, tanto si miramos o vemos como si apartamos la mirada, siendo tuertos o ciegos.
Información tomada de: http://www.entrecomics.com/?p=20696
Mi opinión: Debo decirles que esta es de las mejores reseñas que he encontrado sobre este manga ya que, describen la esencia de lo que vamos a encontrar sin la necesidad de entrar en detalles que destripen completamente la trama. Como creo que ha quedado claro arriba, esta es una historia cruel, y desde luego no apta para estómagos sensibles, porque les aseguro que a mí se me revolvó completamente el estómago con las primeras historias, que muestran su crudeza tal cuál es, aunque en el resto sigue patente pero más velada.
Este manga llegó a mis manos como un regalo de un amigo. Leyó "orfanato" y "época victoriana", como sabe que me encanta La Orden de la Academia Spence, pues pensó que me gustaría. A parte de que sabe que me encanta el estilo de dibujo de Hiroaki Samura pues, cuando a él le prestaron La Espada del Inmortal para leerselo, me lo enseñó y me maravillé con sus imágenes, donde hasta las muertes más macabras están cargadas de una belleza poética.
Lo empecé a leer esa misma noche y, pese a lo crudo de la historia, fui incapaz de dejarlo hasta el final.
Es un manga apenas conocido pero altamente recomendable, eso sí, les vuelvo a advertir que no es una historia para niños ni tampoco una lectura ligera acta para cualquiera.
MOITOS BIQUIÑOS